Francisco Porrúa y Ediciones Minotauro: el editor y su sello de ciencia ficción

¿Quién escribe realmente los libros, el escritor o el editor? Actualmente, puede resultar un poco ingenuo pensar que la aparición de un libro (como objeto) se deba exclusivamente a la figura de las escritoras y escritores: aquellos seres tremendamente sensibles imbuidos en constantes elucubraciones sobre el arte y la vida. En efecto, los procesos de publicación pueden entenderse como una práctica cultural en tanto que se tratan de “an active network of human and non-human actors (objects, machines, behaviors, rules, institutions, etc.) in which the production of works and values is more important than the concrete input” (Baetens 2011, 338) Así pues, en esta ocasión queremos destacar de dicha constelación dinámica la figura del editor, concretamente de uno que fue de suma importancia tanto en la divulgación del género de la ciencia ficción en el mercado hispanohablante, así como en la difusión de la literatura latinoamericana en general: nos referimos a Francisco Porrúa.

Si pensamos qué tienen en común nombres como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez o J.R.R Tolkien, quizás no encontremos ninguna relación a simple vista. Sin embargo, la publicación de obras como Cien años de soledad (1967), Rayuela (1963) o de la primera traducción y publicación de las obras de Tolkien en español tienen un común denominador: el editor y traductor Francisco Porrúa, nacido en 1922 en La Coruña, quien llegó a Argentina con su familia cuando este tenía dos años de edad. Se mudaría a Buenos Aires para realizar sus estudios y, mientras estudiaba letras a eso de 1950, ya colaboraba en diferentes proyectos editoriales[1].

Porrúa puede ser un nombre especialmente conocido por los fanáticos de la ciencia ficción en español ya que en 1954 funda en Buenos Aires el sello Ediciones Minotauro que se especializó en la traducción y publicación de obras ejemplares de la ciencia ficción en español. Según cuenta Porrúa, su interés por este género se debió a un artículo que leyó en la revista Les temps modernes de Sartre, en la que leyó un artículo títulado Qu’est que c’est la science-fiction? que hacía referencia a Ray Bradbury. En sus palabras, ese primer acercamiento con la ciencia ficción moderna, determinaría su relación con la edición: „de la afición que de ahí en adelante desarrollé por esta clase de libros nació el deseo de editarlos“[2]

Ese mismo año adquirió los derechos de publicación de 4 obras de ciencia ficción en su momento desconocidos en Argentina y, en 1955, Minotauro publica su primer libro: se trata de las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, traducido por el propio Porrúa, y cuyo prologuista fue Jorge Luis Borges.

De acuerdo con Carlos Abraham (199, 2013), el éxito que supuso la publicación de las primeras obras de Minotauro radicó en tres factores: la selección de textos de gran calidad literaria; traducciones muy cuidadas y el hecho de recurrir a personalidades conocidas en el mundo intelectual. Esta misma perspectiva de trabajo será evidente también en el proyecto de la revista de ciencia ficción titulada Minotauro, fantasía y ciencia ficción, la cual, a nivel del contenido, consistió en una selección de los textos publicados en la revista norteamericana the Magazine of Fantasy and Science Fiction. La diferencia, sin embargo, radicó en su presentación y distribución: la materialidad de la revista distaba mucho del formato pulp que caracterizaba a estas publicaciones: se buscó que se asemejara a un libro y que se distribuyera en librerías y no en quioscos (Ibíd., 203). Así mismo, los aspectos visuales le son particulares al elegir diseños abstractos, alejándose así de las portadas originales de la revista anglosajona que seguía los patrones visuales típicos de la ciencia ficción, como extraterrestres, cohetes, etc. La revista Minotauro publicó un total de 10 números entre 1964 y 1968.   

Crónicas marcianas (1965) de Ediciones Minotauro

La década de los setentas fue muy movida para Porrúa y su editorial. En 1975 decide abandonar Argentina dado el clima político, mudándose a Barcelona, y con él la editorial. Una fecha importante en términos comerciales para la editorial es 1977, ya que es la fecha de publicación de la trilogía de El señor de los anillos de J.R.R Tolkien. En 1971 había adquirido los derechos de publicación de la obra que todavía no se encontraba distribuida en el mercado hispanohablante: desde su publicación hasta el 2005 se vendieron cerca de ocho millones de ejemplares. El primer tomo de la trilogía, La comunidad del anillo, fue traducido en solitario por Porrúa bajo el seudónimo de Luis Domènech. La traducción de los otros dos tomos son el resultado del trabajo conjunto con Matilde Zagalsky, traductora argentina con más de 70 obras publicadas y con experiencia trabajando con editoriales como Sudamericana, la misma Minotauro o Edhasa, quien además tenía una buena relación laboral y de amistad con Porrúa[3].   

El sello de ciencia ficción Ediciones Minotauro fue comprado en 2001 por el grupo editorial Planeta. La venta coincidía con el próximo estreno de la primera entrega de la película “El señor de los anillos”, por lo que urgía cerrar las negociaciones—que llevaban más de cinco años—con el sello que tenía los derechos de publicación de las obras de Tolkien en el ámbito hispánico. Francisco Porrúa murió en 2014 a sus 92 años en la ciudad de Barcelona.

Las obras mencionadas de Ediciones Minotauro (y muchos más) se encuentran disponibles y son parte del acervo del Instituto Ibero-Americano de Berlín.

N°1 de la revista Minotauro fantasia y ciencia ficción (1964)

El señor de los anillos I, La comunidad del anillo (1980)

Referencias:

Abraham, C. (2013) Revistas argentinas de ciencia ficción. Temperley: Tren en movimiento: Buenos Aires.

Baetens, J. (2011): “World literature and popular literature: Toward a wordless literature?”, en: D’Haen, Theo/Damrosch, David/Djelal, Kadir (eds.): The Routledge Companion to World Literature. London: Taylor and Francis, 336-344.

Obras de interés:

De Diego, J. (2019) Los autores no escriben libros. Nuevos aportes a la historia de la edición. Ampersand: Buenos Aires.


[1] Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3457-2009-06-07.html

[2] Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3457-2009-06-07.html

[3] Recuperado de: https://elpais.com/diario/2008/06/20/necrologicas/1213912802_850215.htm