Nos complace publicar aquí el siguiente informe de una investigadora visitante del IAI sobre su estadía de investigación. Maya González Roux es Dra. en «Études hispaniques» (Université Paris 8, Francia) e investigadora del CONICET – Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS) – Universidad Nacional de La Plata Argentina (UNLP). Trabajó en su proyecto de investigación en el IAI entre agosto y octubre de 2022.
Le agradecemos cordialmente la contribución que nos aporta a continuación y le deseamos todo lo mejor.
Maya González Roux, Conicet – Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS) – Universidad Nacional de La Plata Argentina (UNLP)
El proyecto con el que me presenté al programa de becas del Ibero-Amerikanisches Institut Preußischer Kulturbesitz, «Memorias defectuosas, pérdidas y fisuras fecundas. El olvido como posibilidad de escritura en la literatura latinoamericana (1980–2020)», tomó apoyo en mis trabajos de investigación y en los seminarios dictados como docente de posgrado en Argentina, en los que trabajé sobre la recuperación y transmisión de la memoria en algunas escrituras latinoamericanas. El punto central de mi investigación es indagar cómo algunos escritores, al albergar un «sentimiento de extranjería», pero sin por ello ser exiliados, se hunden en las incertidumbres de sus recuerdos, entrañando la exploración de las reliquias del pasado y la búsqueda de huellas que den cuenta, precisamente, de ese pasado borrado. Esta constatación da lugar a la elaboración de relatos fragmentarios y discontinuos del pasado, atravesados por una memoria inestable que no puede garantizar la continuidad. Y en esta exploración, sin duda el olvido es fundamental.
Argentina: esos árboles invernales, desnudos y firmes, me sugirieron la pérdida, el olvido, el «alivio del desprendimiento» como titulé mi conferencia en el IAI. Olvidar entonces es dar paso también a la imaginación, es decir imaginar de otro modo la historia de nuestros antepasados, por ejemplo, recuperando esta historia, pero inscribiendo en ella nuestra propia marca o huella (Foto de la autora).
Precisamente, la convocatoria del IAI del año 2021 apuntaba a rescatar el olvido de su connotación negativa. En otras palabras, dejar de percibirlo como una amenaza o como algo accesorio y circunstancial. Y esta actitud, sin duda, deriva del creciente interés que, a lo largo de todo el siglo XX y desde varias disciplinas, inspiró la memoria. Interés, pero también «exceso de memoria» debido no solo a la «musealización» del mundo como indicó Andreas Huyssen, sino también por la profusión de la información y la gran velocidad con la que se la almacena. «El exceso de memoria termina por ser asfixiante», sostuvo el escritor Fabio Morábito en una entrevista; «recordar demasiado», escribió Susan Sontag, «nos amarga. Hacer la paz es olvidar.» Y olvidar, continuamos, es dar un sentido a nuestra existencia, es imaginar de otro modo la historia de nuestros antepasados, es recuperar esta historia, pero inscribiendo en ella nuestra propia marca: de ahí que, gracias al olvido, la memoria dejaría de ser un poderoso determinante que moldea el carácter de nuestra existencia. Parafraseando a Sontag, para salir tras las huellas de una historia –la propia, la de otro, o aquella que a uno se le ha referido–, es necesario que la memoria sea defectuosa y limitada. De ahí que el olvido ya no pueda ser asociado con aquello que no tiene sentido, sino con una potencialidad de sentidos que quedan por revelar.
Fue así que, con ese proyecto y a fines de agosto del 2022, llegué a Berlín. Desde Argentina ya había podido hacer varias consultas on-line de los distintos catálogos de la biblioteca del IAI creía saber qué iba a consultar o encontrar. Sin embargo, por suerte, no fue tan así porque encontré mucho más material del que suponía. Además, considero importante mencionar que, junto con la riqueza de los fondos de libros y revistas de la biblioteca, el IAI es realmente un órgano difusor de la cultura latinoamericana gracias a las diversas actividades que propone. En este punto, vale señalar que justo al lado se encuentra la biblioteca estatal (Staatsbibliothek zu Berlín) donde se encuentran de igual forma muchísimas colecciones.
El plátano que se encuentra en el camino al IAI me llamó la atención no solo por su longevidad sino sobre todo porque es una especie que resulta de un cruce entre el plátano oriental y el occidental. Esta imagen del cruce de dos especies me pareció muy evocativa de la memoria: nuestra memoria es una reconstrucción activa que se hace con el otro, a partir de vivencias o relatos compartidos. Es decir, para recordar, uno siempre necesita del otro (Paul Ricoeur) (Foto de la autora).
Durante mi estadía trabajé principalmente con el catálogo de la biblioteca que me permitió, entre otros aspectos, profundizar en algunas líneas de mi investigación y revisar otras. En este sentido, tuve la posibilidad de ahondar en la obra de la escritora argentina Esther Andradi quien reside desde hace tiempo en Berlín y cuya obra tiene una circulación algo periférica en Argentina. Esto fue fundamental para mi trabajo y motivó la escritura de dos artículos:
- «Esther Andradi, escribir lejos del ‹ruido del idioma›», Boletín de Literatura Comparada, Universidad Nacional de Cuyo. https://revistas.uncu.edu.ar/ojs3/index.php/boletinliteratura/article/view/6905
- «Enaltecer lo perecedero y la minuciosidad: Esther Andradi y el arte del tiempo», Atlas precarios [En prensa]
En ellos me enfoqué en la manera en la que Andradi se apropia de una memoria con su lengua materna «desterritorializada», inclinándose por la forma breve, el microrrelato, el fractal. A su vez, gracias a los fondos de la biblioteca del IAI, pude consultar nuevo material crítico que me permitió regresar a la obra de otro escritor, el uruguayo Fabián Severo cuyo camino de circulación, como el de Andradi, corre por fuera del mainstream. En esta oportunidad, me interesé en la rememoración que hace de la vida en Artigas (pueblo en la frontera de Uruguay y Brasil) gracias a su lengua materna, el portuñol. Tal es así que, para Severo, pareciera que solo le es posible regresar allí con esa lengua. El resultado fue un artículo, «Paisajes y lenguas viralatas: Fabián Severo y el portuñol de la frontera» (en prensa), en el que analizo cómo el paisaje de la frontera, y el portuñol que se filtra a través de él, hacen presentes los recuerdos de la infancia.
Entre todos los fondos de la biblioteca debo hacer una mención especial a la Fonoteca que forma parte de las «Colecciones especiales». Gracias a ella pude escuchar, literalmente, por primera vez la voz del gran poeta Antonio Porchia. Para quienes hayan tenido oportunidad de leer sus Voces, entenderán la importancia y exquisitez que significa tener acceso a algo tan preciado como es la voz de un poeta y, en el caso de Porchia, su voz tan propia, mezcla singular de sus orígenes calabreses y su patria rioplatense de adopción.
Por otro lado, como mencioné antes, el IAI propone muchas actividades, académicas y culturales. En lo que concierne mi estancia, además de la conferencia que brindé en septiembre y que titulé «El ‹alivio del desprendimiento›: memorias defectuosas y olvidos fecundos en la literatura latinoamericana (1980–2020)», un momento también de encuentro e intercambio con colegas de distintas disciplinas, tuve la oportunidad de participar en varias actividades como escuchar la conferencia de la Dra. Elizabeth Jelin, «¿Qué hacemos con las cosas del pasado?». No quisiera olvidar agradecer, una vez más, la amabilidad y buena predisposición de todo el equipo de bibliotecarios. Toda biblioteca con un archivo extraordinario es de poca utilidad si no hay una persona que se tome un momento para explicar su funcionamiento y organización, para orientar de forma regular al lector en las nuevas búsquedas que surgen, y para acercar el material en un tiempo realmente breve. Todo esto, y más, es lo que el Instituto Iberoamericano ofrece.