Literatura popular y cultura popular

(c) Thomas Müller, IAI

El concepto de literatura popular ha sido tradicionalmente discutido y delimitado en oposición de aquella manifestación considerada como “Literatura” (en mayúsculas), que por sus atributos estéticos y su aparente aspiración a ser leída por unos pocos la enmarcarían en la denominada Alta Cultura. Estas distinciones que se sustentan en escalas de valores parecen no resultar adecuadas para el estado actual de los estudios sobre la literatura popular en las que se ponen en relieve las prácticas de lectura que son las que caracterizan a una obra como popular. En efecto, “[l]o popular califica un tipo de relación, una manera de utilizar objetos o normas que circulan en toda la sociedad.” (Amar Sánchez 1997: 11).

Para Elena Esposito (2014) la caracterización de un texto o de un objeto cultural como obra de arte o como banal objeto de entretención no depende de sus características internas, sino de las particularidades del marco interpretativo en el que se enmarca la lectura de una obra, es decir, en cómo es leída una obra. En efecto, son las prácticas culturales en las que está integrada cierta obra las que definen sí esta hace parte del ámbito popular; el rótulo de “popular” no parte de la propia literatura popular (Huck 2014: 44).

Característico de las dinámicas de comunicación de la literatura popular es el destinatario, el cual no tiene necesariamente ni la ocasión ni el interés de participar activamente en la situación comunicativa en que se ve inmerso. A su vez, las ficciones populares buscan dirigirse a un amplio número de personas, el gran público. El requisito de la literatura popular es la popularidad y el éxito comercial garantizado por géneros sugerentes (como el horror, la intriga o el amor), un lenguaje fácil de entender y situaciones repetidas que pretenden despertar la atención del consumidor.

En un intento por definir y delimitar el concepto de literatura popular del concepto de Volksliteratur, Huck (2014) recurre a las particularidades mediales y a las pretensiones de cada una: mientras que la Volksliteratur se basa en la oralidad como medio de transmisión de una recopilación de textos que representarían a un pueblo y cuyo emisor y destinario es el pueblo mismo, la literatura popular: “[gehört] zum Paradigma der Schriftlichkeit. Sie ist auf Verbreitung angelegt; sie mag allgemein ansprechende Themen aufnehmen, aber sie ist von Einzelnen (bzw. kleinen Gruppen) für viele Produziert” (Huck 2014:45). Su pertenencia al ámbito de la escritura estabiliza el texto en cuestión, facilitando su reproducción y distribución, siendo estos aspectos fundamentales para los intereses comerciales de esos pequeños grupos: los editores. Ciertamente, factores externos como los avances químicos para trabajar la pulpa de papel, la urbanización de las ciudades, el crecimiento de la tasa de alfabetización en los grandes centros urbanos, así como el afán de consumo y divertimiento de las masas permiten caracterizar al fenómeno de la literatura popular como child of technology, es decir, el resultado de la tecnologización, particularmente de la segunda revolución industrial. Lo anterior permite esclarecer las ramificaciones y las influencias que circunstancias ajenas a lo literario tienen sobre el sistema de la literatura popular. En efecto, Baetens (2012) la define como una forma cultural, concretamente: “a practice, an active network of human and non-human actors (objects, machines, behaviors, rules, institutions, etc.) in which the production of works and values is more important than the concrete output” (338).

En géneros típicamente asociados a la literatura popular, como el Western, la novela policial o la novela rosa, es fácil reconocer esquemas prestablecidos (constelaciones de personajes, las situaciones en las que estos se ven sumidos, temáticas y motivos arquetípicos) que son utilizados, una y otra vez, por los creadores de estos productos. De igual manera, las composiciones visuales de las carátulas también están en armonía con el contenido del libro en cuestión: es de esperarse en la portada de una novela de misterio, p.ej., una composición visual oscura y truculenta, probablemente decorada con calaveras. Ahora bien, lo anterior permite abordar dos aspectos fundamentales de la literatura popular: en primer lugar, las ambiciones estéticas son facultativas para el proyecto de la literatura popular, el uso reiterativo de esquemas prestablecidos, que además ya se habrían mostrado comercialmente exitosos en otras ocasiones, lo que garantizaría el éxito de la obra. En segundo lugar, estos esquemas y fórmulas, sumados a los peritextos editoriales (portada, tipografía, etc.) le anticipan al lector el tipo de texto que tiene frente a él, mediante la presentación y el consumo. Estas estructuras definen pues tanto las pautas para la producción, así como el consumo (Huck 2014: 48).

A menudo entendida, y criticada, como un producto con la pretensión de satisfacer el gusto de las masas, la literatura popular es caracterizada como una literatura de editores, que, gracias a su cercanía y entendimiento de los gustos del gran público, pueden emprender proyectos editoriales para cubrir estas necesidades. Así pues, la condición que determina la existencia de la literatura popular es la novedad (Baetens 2012:338), la cual no necesariamente implica innovación, se trata de crear objetos nuevos a partir de estructuras y recursos ya vinculados a ciertos marcos de lectura. Para este autor, los géneros populares facilitan contrastar los productos nuevos con fórmulas y estructuras ya establecidas o utilizadas. En un mercado editorial tan concurrido y saturado, se hace necesario brindarles novedad a los consumidores. Baetens también menciona como rasgo distintivo la explotación, la cual es lograda a partir de dos mecanismos: la serialización y la adaptación (Baetens 2012, 339). El primero, se caracteriza por el uso reiterado de una “fórmula ganadora”, es decir, repetir un cierto número de veces aquella estrategia que ya se ha revelado comercialmente exitosa. Finalmente, la adaptación se relaciona con las transformaciones de determinada obra a otro medio (p.ej. de una novela a una película): se trata de una adaptación intermedial, mecanismo que se inserta en las redes comerciales y que permite el acceso de ese contenido a una audiencia mayor

En los procesos comunicativos que proponen los medios populares lo que importa es el mundo posible que estos proponen, es una “segunda realidad” que: “nicht existiert, die der Leser oder Zuschauer[jedoch] aber kennen, erforschen und in ihrer ganzen Komplexität unteruschen kann” (Esposito 2014: 16). Esta realidad ficcional se caracteriza pues por ser un mundo posible más estructurado y transparente que el mundo empírico que rodea al lector. El interés y actualidad de consumir este tipo de ficciones radica en la seguridad que le brindan al público la inmersión en esta realidad de segundo orden logrando salir inmune de las vicisitudes que consume.

Literatura consultada:

Amar Sánchez, A. M. (2000). Juegos de seducción y traición: literatura y cultura de masas / Ana María Amar Sánchez. (1. ed.). Viterbo.
Baetens, J. World literature and popular literature: toward a wordless literature? (2012). In The Routledge Companion to World Literature (pp. 358–366). Routledge. https://doi.org/10.4324/9780203806494-41
Esposito, E. (2014). Popularität. In Kommunikation im Populären (pp. 15–20). Transcript Verlag. https://doi.org/10.1515/transcript.9783839418338.15
Huck, C. (2014). Was ist Populärliteratur? Oder doch eher, wann ist Populärliteratur? In Kommunikation im Populären (pp. 43–66). Transcript Verlag. https://doi.org/10.1515/transcript.9783839418338.43